!Las emociones son una brújula interna¡, un huracán cerebral y, a veces, una trampa disfrazada de verdad
¿Qué son las emociones?
¿Qué son exactamente las emociones?
No es solo una pregunta académica. Es la pregunta que todos nos hacemos cuando algo nos desborda y no sabemos por qué. Hoy vamos a responderla como se debe: sin tecnicismos vacíos, pero con la profundidad que merece. Porque entender las emociones no es solo cuestión de conocimiento: es un acto de supervivencia emocional.
Mandler —ese sabio silencioso de la psicología— decía que para que exista una emoción hacen falta dos ingredientes: activación fisiológica y evaluación cognitiva. O sea, primero reacciona el cuerpo, después lo interpreta la mente. Ves una figura en la oscuridad, se te acelera el corazón… luego piensas “¡Es un ladrón!” (cuando en realidad era tu abrigo colgado en la silla).
Definición funcional:
Una emoción es la conversación entre lo que sientes físicamente y lo que piensas mentalmente sobre lo que te está pasando.
¿Para qué sirven las emociones?
Sirven para sobrevivir, para adaptarnos y para conectar. Son brújulas internas que nos orientan… aunque a veces giren sin norte. También pueden ser alarmas, mapas, señales de advertencia o incluso empujones necesarios.
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El miedo te protege de peligros reales… o imaginarios.
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La tristeza te invita a parar y revisar lo que duele.
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La alegría te recuerda que hay luz.
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La ira señala que un límite fue cruzado.
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El asco nos aleja de lo contaminante, emocional o físico.
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La sorpresa reajusta la atención.
Lo paradójico es esto: en un mundo que valora el control emocional, las emociones siguen siendo lo más indómito que llevamos dentro. Sin ellas, seríamos estables, sí… pero profundamente vacíos.
Tipos de emociones: básicas, complejas y todo lo que hay en medio
Emociones básicas
Según Paul Ekman, el investigador que hasta los agentes del FBI escuchan con atención... existen seis emociones básicas universales:
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Alegría
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Tristeza
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Miedo
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Ira
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Asco
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Sorpresa
Estas emociones son ese impulso que todos sentimos por dentro, sin importar el idioma que hablemos o el país donde vivamos. Son parte de nosotros desde que nacemos, y nos conectan como humanos, más allá de cualquier diferencia.
Emociones complejas
Aquí empieza la sinfonía emocional que nos enreda: culpa, vergüenza, orgullo, celos, nostalgia, empatía.
Estas emociones se construyen con ingredientes más subjetivos: tu historia, tus creencias, tus heridas. No son simples reacciones, sino composiciones complejas entre pensamiento y emoción.
Lo irónico es que son señales de madurez emocional… pero también las que más nos sabotean si no sabemos interpretarlas.
¿Dónde se originan las emociones?
Aunque solemos decir “lo siento en el corazón”, en realidad, las emociones nacen en el cerebro. Más precisamente, en una parte llamada sistema límbico, y dentro de él, hay una pieza fundamental: la amígdala.
- Imagina la amígdala como un detector de amenazas ultrarrápido, siempre alerta.
- Si las emociones fueran una banda de rock, la amígdala sería el baterista frenético, marcando el ritmo y acelerándolo sin avisar.
- Por otro lado, la corteza prefrontal es como el guitarrista más tranquilo y reflexivo. Llega un poco después, analiza lo que pasó y decide si realmente hubo peligro o si solo fue una falsa alarma.
La verdad es que, la mayoría de las veces, sentimos antes de pensar. Por eso, las emociones a menudo nos toman desprevenidos, como un truco inesperado.
¿Por qué a veces sentimos emociones desbordadas?
Porque no nos enseñaron a sentir. Nos enseñaron a disimular.
Crecimos escuchando cosas como:
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“No llores, no seas débil.”
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“Enójate, pero sin gritar.”
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“Tienes que estar bien.”
El resultado: adultos con expresiones neutras… y tormentas internas. Vivimos emociones que no sabemos nombrar, ni regular, ni aceptar.
La terapia cognitivo-conductual lo explica así:
No es solo la emoción lo que duele, sino el pensamiento que la alimenta. Cambiar “esto es un desastre” por “esto es difícil, pero manejable” puede hacer que el miedo se transforme en calma, o la tristeza en claridad.
¿Cómo gestionar tus emociones sin desconectarte de ti?
Aquí no se trata de anular emociones. Ni de reprimirlas. Se trata de reconocerlas, regularlas y transformarlas sin perder autenticidad.
1. Reconócelas sin juzgar
“Estoy sintiendo rabia. No me gusta, pero está aquí. ¿Qué me quiere decir?”
2. Ponles nombre
Nombrar lo que sentimos reduce su intensidad. No es lo mismo “estoy mal” que “estoy frustrado por sentirme ignorado”.
3. Busca el mensaje
Toda emoción tiene un propósito. Incluso el enojo. Incluso la ansiedad.
4. Cuestiona el pensamiento que la sostiene
¿Ese pensamiento que repites es real? ¿Es tuyo… o heredado?
5. Exprésalas con responsabilidad
Decir “yo siento que…” sin culpar puede ser un puente en vez de una bomba emocional.
Conclusión: Sentir no es debilidad, es el comienzo de la verdad
¿Qué son las emociones? Son las huellas dactilares del alma, impresas en cada reacción, cada lágrima, cada carcajada y cada silencio.
No puedes evitarlas, pero sí puedes entenderlas. Y al hacerlo, comienzas a vivir con más conciencia, más compasión y más libertad.
Porque las emociones no son errores del sistema. Son el sistema mismo.
Y como dijo alguien que seguramente sentía mucho, aunque no siempre lo decía:
“Sentir no es una amenaza. Es una forma de existir con más verdad.”
Descargo de Responsabilidad Profesional
El contenido publicado en "Consejero Mental" es puramente informativo. No pretende ser, ni sustituye, un diagnóstico o tratamiento psicológico. Si estás atravesando una situación difícil o experimentando síntomas que afectan tu bienestar, te recomendamos encarecidamente buscar ayuda profesional cualificada.
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